MARTINELLI RECULÓ
GRACIAS A LA MOVILIZACIÓN POPULAR
PERO EL PELIGRO SIGUE
LATENTE
Gracias a la presión popular en las
calles, el presidente Ricardo Martinelli se vio obligado a retirar el proyecto
de ley 486, por el cual pretendía rematar las acciones estatales de la
industria eléctrica, y suspender la imposición de sus títeres
en la Sala V de la Corte Suprema de Justicia.
Ambos proyectos están relacionados con
su intención reeleccionista: la Sala V, con la que pretende legitimar su
postulación presidencial en 2014, pasando por encima de la Constitución; y el
remate de las empresas paraestatales, del que
pretende sacar 2,000 millones de dólares para gastar en la compra de votos y de
conciencias en el período preelectoral.
Ha quedado demostrado que sólo la
movilización popular puede detener las imposiciones antidemocráticas del gobierno
oligárquico. La gente en las calles derrotó a Martinelli, al igual que en julio
de 2010 lo hicieron los trabajadores bananeros con la Ley Chorizo; el pueblo
Ngäbe-Buglé a inicios de 2011 y 2012 contra el Código Minero; y tal como lo
lograron los gremios de la salud y sindicatos contra el proyecto de APP a fines
de 2011.
La experiencia también demuestra que no
podemos dormirnos en los laureles, pues el gobierno empresarial volverá a
retomar sus proyectos tan pronto crea que la marea popular ha bajado. No
podemos cantar que “alcanzamos por fin la victoria”, ante un gobierno que ha
demostrado su carencia de escrúpulos para pisotear la Constitución y las leyes,
para depredar el erario público a favor de sus intereses, y que recurre
sistemáticamente a la represión, persecución e incluso el asesinato de
activistas populares y opositores.
El Movimiento Popular
Unificado (MPU) sostiene que hay que romper la falsa
idea de que nos encontramos ante “régimen democrático normal” y que la
movilización debe continuar hasta la derrota completa del régimen autocrático
mediante la convocatoria a una ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE.
El Frente por la Defensa
de la Democracia, encabezado por las dirigencias sindicales y gremiales, debe mantenerse
como una instancia de movilización y debate democrático de los sectores
populares, ya que es la única garantía de defensa contra las nuevas
imposiciones y atropellos del actual gobierno que, no tengamos ninguna duda,
seguirán cometiéndose.
El MPU también advierte contra la ingenuidad de confiar en las dirigencias de
los partidos empresariales de la supuesta “oposición” (Panameñista, PRD y PP),
quienes pretenden sacar rédito electoral del movimiento, a ver si retornan al
poder en 2014, pero que cuando han gobernado han actuado igual que Martinelli,
pues son tan oligárquicas como él.
La tarea urgente del momento sigue
siendo la necesaria construcción de un gran movimiento político de los sectores
populares, que aspire a gobernar y levante un programa de reformas profundas
del Estado panameño, que abarque desde el control de precios de la canasta
básica hasta la real democratización de todos los órganos de gobierno.
Panamá, 20 de junio de 2012.
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